Francisco Cid, profesor del Quintanilla, recibe el Premio a la Excelencia e Innovación Educativa de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles
El método que Francisco Cid Fornell sigue en las aulas de los alumnos más pequeños del colegio Quintanilla no pasa desapercibido. Bastan los comentarios que hacen los padres, a los que ha conseguido contagiar su entusiasmo para implicarlos de lleno en el proceso educativo, para darse cuenta de ello. No escatiman a la hora de hacer elogios. Para este maestro de Infantil es, qué duda cabe, la mayor recompensa: ver que ese tándem padre-hijo dentro de la escuela funciona y da buenos resultados.
Aunque ahora su trabajo ha dado un salto para trascender más allá de los muros del Quintanilla y más allá incluso de los límites de La Isla. Ayer se conoció que su particular método de enseñanza ha sido distinguido con el Premio a la Excelencia e Innovación Educativa que concede la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE), “una asociación de consolidada trayectoria -explicaba ayer Francisco Cid- que pertenece a la Unesco y que colabora con Unicef”. Su proyecto ha sido seleccionado entre las diversas propuestas presentadas por docentes de seis países de habla española y ha superado con éxito la última criba a la que concurrió una quincena de finalistas. A finales de noviembre, coincidiendo con la celebración en Madrid del congreso Innovando en el Aula de Educación Infantil, Francisco Cid recibirá este premio a la Excelencia Educativa en la categoría reservada a alumnos de 3 a 6 años.
Ayer, en una jornada bastante ajetreada para este docente isleño, no cesaron de llegarle mensajes de sincera enhorabuena y felicitación por este reconocimiento que asumía sin ocultar su entusiasmo, enumerando agradecimientos y, por supuesto, “muy orgulloso” de la meta alcanzada. Porque para Francisco Cid el premio otorgado por su trabajo en las aulas de Infantil del Quintanilla va más allá de una simple distinción para convertirse en el reconocimiento a un método en el que ha plasmado su vocación docente, a unas propuestas educativas en las que cree a pie juntillas y a las que ha dedicado horas y horas.
Cuestiones de interés: los alumnos preguntan, las familias responden. Así, con esta frase, resume este maestro del Quintanilla la dinámica que traslada a las aulas cada semana. “Todo parte de las preguntas que se hacen los niños”, recordaba ayer. De ellas toma buena nota para luego repartir la faena entre los padres. De dónde vienen los bebés, por qué se nos caen los dientes, por qué ya no hay dinosaurios en la tierra, por qué vuelan los pájaros o si San Fernando es un país… Son algunos de los temas que se han tratado en clase a partir, precisamente, de esas preguntas que de vez en cuando sueltan los niños. A cada padre se le asigna un tema y se fija un calendario para que lo exponga en clase a razón de uno por semana. Se les dedica la jornada de los viernes, que en el Quintanilla se han convertido en unos días muy muy especiales para los alumnos de Infantil. Porque todo además se acompaña de una puesta en escena que cada vez resulta más elaborada… Para ejemplo la exposición de todo el material empleado en esta singular iniciativa que el año pasado, a finales de curso, se mostró en una muestra que se llevó a cabo en el centro. Precisamente, porque querían compartir ese ingente trabajo que se estaban haciendo.
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