Nuestro Hospital

lunes, 10 de marzo de 2014

Un hospital amigable para los niños

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El aula del Hospital de Puerto Real trabaja para entretener y enseñar a los pequeños durante su estancia médica
Hospital Puerto Real
Si la vida fuera un cuento, un hospital podría ser como el castillo de la bruja. O las mazmorras del gigante. O la fortaleza de los monstruos. Un lugar para temer. Pero desde hace años muchos responsables de estos centros sanitarios trabajan para que los niños no vean el hospital como un lugar para asustarse sino como el sitio donde les curan y, además, pueden divertirse, aprender y explotar su creatividad. Hacer más agradable la estancia médica de los pequeños es un trabajo diario de muchas personas. En Cádiz, Cruz Roja se dedica a organizar el contenido de su ludoteca. Similares experiencias hay en los hospitales de Jerez, Puerto Real, La Línea o Algeciras. Además, por ley, esos niños tienen garantizada su enseñanza. La Consejería de Educación destina siete maestros en los hospitales de la provincia, encargados de organizar el aula de enseñanza. El de Puerto Real se llama Nacho Vila. Lleva cuatro años al frente de este departamento. Cuatro años en los que el hospital ha ido cambiando, llenando sus pasillos de murales, dibujos y emociones.
Hospital de Puerto Real Hospital de Puerto Real Hospital de Puerto Real
Hospital de Puerto Real
Nacho Vila es muchas cosas. Es un profesor. Pero también un animador, un dibujante, un pintor, un informático, un recopilador de chistes… “Nuestra aula se tiene que adaptar a niños que están pocos días en el hospital”, explica. A diferencia del de Cádiz o Jerez, donde sí tienen áreas de pediatría para enfermedades más graves, que exigen largas estancias, el tiempo medio que los niños pasan en Puerto Real no suele exceder los tres días. “Nos ahorramos los momentos más dramáticos. Asistimos a algunas malas noticias pero no tenemos niños muy enfermos”, explica. Pero esos pocos días que los niños pasan en el hospital se pueden aprovechar. Vila atiende a los ingresados y también a los que acuden al hospital de día, para revisiones, vacunas o análisis. Sus alumnos van desde los tres a los 16 años, así que tiene que cubrir un amplio registro para atenderles. “Nuestra misión es que tengan la cabeza ocupada y, si puede ser, que aprendan y se diviertan mucho mejor”, relata el profesor.
Hospital de Puerto Real
El resultado de su labor es perceptible en el aula y los pasillos donde cuelgan los murales y trabajos hechos por los niños para días especiales como Halloween, el Día de Andalucía, el Día de la Higiene Dental o del Medio Ambiente contra los humos y el tabaco. Vila es ya un experto en esta materia y tiene escritos varios artículos sobre la atención a la diversidad en aulas hospitalarias o la organización de la enseñanza en centros sanitarios. Ha estudiado también las ventajas de la risa en los pacientes. Y, entre sus proyectos de futuro, trabaja ya en un mural donde expondrá todos los chistes que le cuenten los niños de su hospital. Una exposición de risas para que nadie tema ya el lugar donde trabaja.
La Red Dédalo, a la que pertenecen algunas de las fotos aquí expuestas, acaba de incorporar a su banco de imágenes las imágenes más amigables del Hospital de Puerto Real para los niños. La red es un sitio en Internet para el intercambio, la formación y el conocimiento sobre participación y autonomía de la infancia en el sistema sanitario público de Andalucía. Una oportunidad única para conocer el trabajo que muchos profesionales, la mayoría de forma altruista, hacen por los niños cada día.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Los juguetes que combaten las pupas

Los hospitales de la provincia cuentan con ludotecas para los niños ingresados

La hija de Míriam se conoce de sobra los pasillos del Hospital Puerta del Mar de Cádiz. Desde que era un bebé ha tenido que pasar largas temporadas ingresada. La habitación es su caos. La camilla, su prisión. El pasillo, el camino a la libertad. Y la ludoteca, su paraíso. “Aquí no hay pupas“, resuelve orgullosa su madre, resignada a este destino pero empeñada en que ese trago lo sea menos para su pequeña. El espacio que el centro sanitario reserva en el área de Pediatría para el juego es la liberación para estos niños. También para sus padres. Y en esa labor es fundamental Cruz Roja, que es la que, con su red de voluntarios, da contenido a la ludoteca y promueve numerosas actividades.
cruzroja_conlospeques
Los voluntarios de Cruz Roja reciben una formación específica para atender a estos niños hospitalizados. Nada de comer ni beber aquí, porque hay muchos que están en ayunas y no deben verles hacer algo que ellos no pueden. Nada de hablar sobre enfermedades. La ludoteca es algo divertido, una vía de escape. No se pregunta ni por el ánimo ni por la salud. Todo el que entra por la puerta debe concienciarse de que la enfermedad se ha quedado fuera.
En la ludoteca hay un sinfín de juguetes comprados para la ocasión. Puzzles, cuentos, globos, coches, muñecas, juegos de mesa. Hay hasta un teatrillo. “Algunas veces procuramos tener preparadas algunas actividades pero es difícil programa algo porque nunca se puede saber el número de niños que vamos a tener ni sus edades”, explica Soledad Ramírez, trabajadora de Cruz Roja Juventud, una de las responsables del programa de infancia hospitalizada.
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La ludoteca está abierta de lunes a viernes y es atendida por los voluntarios de Cruz Roja. Son estudiantes, amas de casas, profesores… Les une su amor por los niños. Y también el ánimo por hacerles la vida mejor a los que lo están pasando mal. “Nosotros no somos ni médicos ni enfermeros. Pero también les ayudamos a curarse. Porque para los niños jugar es parte fundamental de su mejoría”, explica Laura, maestra de Infantil. “Aquí los niños son más receptores, agradecen todo mucho más porque somos lo contrario a lo que hay fuera: los pinchazos, los dolores…”, añade.
Centenares de niños pasan a diario por los hospitales de la provincia. Para los que se han tenido que acostumbrar a las camillas es el aliciente necesario para convencer a sus pequeños de que no todo es tan malo. “Mi hija ve otros niños con pupas y ve que no es diferente a los demás”, explica su madre. La hija de Míriam ha hecho varias mudanzas de juguetes hasta su habitación. “Ya ni cabemos”. Arrastra un gotero. Hoy lo olvida con globos multicolores.